26 de febrero de 2011

LA VENDEDORA DE ROSAS ¿VOLUNTAD REALISTA?



Diez años después de su experimental Rodrigo D. No futuro, Víctor Gaviria repite el mismo esquema en su afamada La vendedora de rosas que, basada en una historia infantil de Hans Christian Andersen, se centra en las peripecias de una joven vendedora de flores, habitante de los sectores más marginales de Medellín.  No obstante, su mirada se extiende hacia toda la masa de niños y jóvenes inmersos en ese mundo de violencia, drogas y miseria.   

La de Víctor Gaviria es una representación tan descarnada como la realidad misma.  Tal vez a eso se deban las constantes criticas que se le han formulado, acusándolo de productor de pornomiseria, pues la crudeza del filme parece insinuar una exageración antiestética de los acontecimientos.  Obviamente se genera en el espectador un choque emocional inimaginable, choque que se atribuye a la ausencia de moralidad y a la violencia lingüística exacerbada de la representación. Sin embargo, parece que se ignora que eso es lo que sucede con aquellas sociedades anomicas y que lo que intenta el director es una fiel reproducción de las formas de vida, teniendo como base una ficción argumental.  En ese sentido, sí hay que destacar la debilidad del guión, pero la causa de esto es, quizá, la importancia que se la da a los sujetos representados y el hecho de que el trasfondo argumental no sea más que una simple excusa para descartar la posibilidad de un documental.
  
     Todo el cine de Gaviria está marcado por una ética clara de representación.  Esta consiste en una voluntad realista que busca, a través de la construcción colectiva de relatos fílmicos, definir una realidad fragmentaria a partir de la voz misma de sus protagonistas. Gaviria asume una neutralidad donde la imagen es la única que habla.  Rechaza la traducción de la realidad en un discurso político o antropológico que busque reflexionar y criticar la realidad, o bien darle explicaciones académicas.  Su intervención no es mas que organizativa, escapando a cualquier tentación de manipular la imagen en procura de generar discursos propios.  Confía plenamente en la eficacia de la representación fiel como productora de sentido.  No busca corregir expresiones coloquiales, disciplinar jóvenes delincuentes ni rehabilitar drogadictos.  Su interés radica en todas esas manifestaciones de la descomposición social y se considera el elegido para mostrarlas al mundo, pero no para acabar con ellas.  Resulta complicado definir esta como una intervención artística teniendo en cuenta que prevalece el compromiso ético ante el estético.

Titulo: La Vendedora de Rosas
Director: Victor Gaviria
Pais: Colombia
Año: 1998
Genero: Drama
Reparto: Leidy Tabares (Mónica) , Marta Correa (Judy), Mileider Gil (Andrea), Diana Murillo (Cachetona), Liliana Giraldo (Claudia), Alex Bedoya (Milton), Giovanni Quiroz (El Zarco)

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